Existe una antigüa y mítica idea
según la cual los ideales de belleza y geometría están ligados a una proporción
numérica específica.

Dicha proporción es conocida como el número áureo o de
oro, también como número dorado, razón áurea, razón dorada, media áurea,
proporción áurea y divina proporción está representado por la letra griega φ
(fi) de ecuación y resultado siguiente:

Un sorprendente número
algebraico, descubierto en la antigüedad, que presenta unas interesantes
propiedades en relación o proporción de medidas que se encuentra representada
en numerosas figuras geométricas presentes en la naturaleza como caracolas,
nervaduras de hojas de ciertos árboles, el grosor de las ramas, etc .
Pese a que no se pueda observar
un valor de belleza de un modo científico, sus curiosas propiedades geométricas
atribuyen un carácter estético y especial belleza a los objetos que siguen la
razón áurea, así como una importancia mística . Los griegos de la antigüedad
clásica creían que la proporción conducía a la salud y belleza …y a lo largo de
la historia, la divina proporción ha sido frecuentemente utilizada en diversas
obras de arte y arquitectura.
El cinco y la divina proporción
El cinco, el pentágono, y la estrella pentagonal están íntimamente relacionados con otro concepto: la divina proporción o proporción áurea.
Entonces, resulta que una proporción es la forma en que alguna cosa está en relación con otra. Matemáticamente, esto puede expresarse mediante la división. Por ejemplo, si vamos a 60 km/h, quiere decir que hay dos conceptos que van relacionados: 60 km y 1 hora.

0-1-1-2-3-5-8-13-21-34-55-89-144-233-377…
¿Cómo saber qué número sigue? Hay que sumar los dos anteriores. Así, 0 y 1 es 1, 1 y 1 son 2, 2 y 1 son 3, y así sucesivamente.
Vemos cómo, con rapidez, las cifras se hacen enormes. Vamos a ver qué pasa con su proporción, con la relación entre unas y otras. Para eso, dividimos cada número de la serie entre el anterior:
1/0 no se puede, no sabemos lo que es
1/1 da 1
2/1 da 2
3/2 da 1,5
5/3 da 1,6666666666…
8/5 da 1,6
13/ 8 da 1,625
21/13 da 1,615384615…
34/21 da 1,619047619…
55/34 da 1,617647058…
89/55 da 1,618618618…
144/89 da 1,617977528…
233/144 da 1,61805555…
377/233 da 1,618025751…
Se puede seguir para siempre, y la cifra obtenida en la división se va haciendo cada vez más “precisa”, se van “concretando” cada vez más decimales. Sin embargo, dado que la serie es infinita, ese número también lo es. Se le llama el número áureo, o Φ, que se pronuncia “fi”.
Lo curioso es que se puede coger cualquier pareja de números enteros, la que queramos, y acaba pasando lo mismo. Imaginemos que cogemos el 4 y el 789, nos queda una serie que, aunque no es la de Fibonacci, se acaba comportando como si lo fuera:
4-789-793-1582-2375-3957…
789/4 da 197,25
793/789 da 1, …
da 1,994955863…
2375/1582 da 1,501264222…
3957/2375 da 1,666105263…
La división se acaba aproximando, aunque más lentamente, al mismo número áureo de la serie de Fibonacci: Φ.
Entonces, ¿qué tiene esta proporción de tan especial, que hace que esté por todas partes? Para empezar, se suele explicar que es fácil hallarla en la naturaleza, en la disposición de las ramas de los árboles, en el crecimiento de las poblaciones de animales, en la forma de las conchas de los caracoles… infinitud de otros detalles del mundo natural se pueden entender según esta proporción.
Por ejemplo, la relación entre nuestra última falange y todo el dedo da Φ. También da Φ si divides la longitud del antebrazo entre la de la mano. En el cuerpo humano hay muchos ejemplos de proporción áurea.
Si dividimos la longitud de un huevo entre su anchura, da Φ.

Si representamos a Φ en forma de espiral, disponiendo una serie de cuadraditos de lado 1-1-2-3-5-8-13... etc, obtenemos una forma interesante.
Esta espiral nos recuerda a ciertos caracoles, o al cuerno de una cabra. Mantiene un ángulo constante en su giro, de manera que su centro de gravedad nunca varía: se puede partir un trozo del cuerno, y el equilibrio de la cabra no se ve afectado.


En esta estrella pentagonal, el segmento rojo dividido entre el azul da lo mismo que el segmento azul dividido entre el verde, o que el verde dividido entre el violeta. Estas relaciones son la esencia de la proporción áurea: que el todo sea a la parte grande, lo mismo que la parte grande a la pequeña.
La proporción áurea se puede seguir estudiando… hasta el infinito:
- Matemáticamente, la serie de Fibonacci posee una lógica interna que nos permite encontrar muchísimas relaciones entre sus términos (más allá de que los dos anteriores, sumados, dan el posterior).
- En la naturaleza, encontraremos infinitos ejemplos de su belleza y armonía, en esta página sólo aparecen unos pocos.
- Simbólicamente, podemos seguir estudiando la forma del pentágono, y la estrella pentagonal, que han sido y son usados ampliamente, desde la magia ceremonial hasta en multitud de banderas.
Una forma muy bella de comprender más la divina proporción es mirar espirales. Contempla la espiral que forman las hojas de una planta vista desde arriba, y cómo se organizan para tomar todas la luz del sol.
Enciende un incienso y mira cómo el humo sale en espiral, topando con la resistencia del aire, perdiendo temperatura y, finalmente, dispersándose.

Busca un capitel jónico, con sus volutas, y prueba a dibujar esa espiral, notando el recorrido de la energía.
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