No se trata de una profecía
bíblica ni de una teoría conspirativa. Se trata de un emergente matemático: El
planeta Tierra está en crisis. Y la crisis (completamente mensurable y
analizable) no es un fenómeno aislado. Es un fenómeno interactivo y totalizado:
Económico, político, social y medio ambiental. No se trata de procesos
aislados, sino de un colapso sistémico. Y de un resultante: La destrucción y el
suicidio colectivo.
¿Qué tienen que ver entre sí las
catástrofes seriales (entre ellas los terremotos) con la crisis económica, la
crisis social y la crisis nuclear?
En primer lugar, todas ellas se
interrelacionan a partir de su pertenencia y vertebración dentro de un sistema:
El capitalismo.
En resumen, las crisis (algunas
reales y otras potenciales) son la expresión, en distintos escenarios y
niveles, de una sola gran crisis: La del sistema capitalista que rige el mundo
desde hace 500 años concebido como “civilización única”.
El clima estalla encadenadamente
en diversos frentes, la economía mundial colapsa y se derrumba el modelo
económico financiero a escala planetaria, los desocupados, marginados y
hambrientos ya ascienden a la mitad de la población humana, y los conflictos
inter capitalistas por los mercados y recursos estratégicos están generando y
elevando un clima de tensión militar mundial alimentado por una carrera
armamentista nuclear.
El sistema
Primero, y aunque te aburras (el
conocimiento totalizado siempre aburre) tenemos que realizar un breve y rasante
vuelo sobre el sistema, que te construye, día a día, tu propio menú configurado
del Apocalipsis. Del que nunca te contaron ni te pidieron opinión.
Y aquí un concepto central: El
Apocalipsis no es una profecía bíblica, solamente, sino un conjunto de
emergentes (climáticos, económicos, militares y sociales) que está generando el
sistema capitalista en marcha hacia su autodestrucción.
Empecemos por definir la palabra
“sistema”.
Según Wikipedia: “Un sistema es
un conjunto de elementos relacionados íntimamente entre sí para alcanzar un
objetivo. Un sistema real es una entidad material formada por partes
organizadas (o sus “componentes”) que interactúan entre sí de manera que las
propiedades del conjunto, sin contradecirlas, no pueden deducirse por completo
de las propiedades de las partes”.
¿Y que es el capitalismo? Un
sistema. Dice Wikipedia: “El capitalismo es un sistema económico organizado
principalmente en empresas que llevan a cabo la producción y el intercambio de
bienes y servicios mediante transacciones en las que intervienen los precios y
los mercados, es decir cuyo elemento es la mercancía pero además la producción
de tales mercancías se hace mediante la explotación del trabajo asalariado,
bajo un régimen de propiedad privada y el motivo o impulso es la producción y
acumulación de ganancias en forma de capital”.
¿Y desde cuándo el sistema
capitalista impuso y universalizó su “modelo” económico?
Señala Wikipedia: “Tanto los
mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el
capitalismo como sistema económico, en teoría, no apareció hasta el siglo XVI
en Inglaterra sustituyendo al feudalismo. De esta forma al capitalismo, al
igual que al dinero y la economía de mercado, se le atribuye un origen
espontáneo o natural dentro de la edad moderna”.
¡Miren lo que venimos a
descubrir! Lo que los comunicadores y disciplinadores mentales nos venden a
diario como un “orden natural”, eterno e incuestionable, o una “civilización
única” sin discusión, resulta que no es nada más que un modelo que rige (como
“mundo único”) sobre nuestras vidas y nuestras cabezas desde hace un poco más
de cinco siglos.
Pero volvamos a las crisis. O sea
volvamos al capitalismo que rige nuestros destinos y determina si mañana vivimos,
sufrimos o morimos.
La crisis sistémica
Para entender el origen común de
las crisis, primero hay que entender los modelos funcionales (interactivos y
totalizantes) del capitalismo.
¿Qué tienen que ver entre sí Wall
Street y el Complejo Militar Industrial, los hambrientos (de África, Asia y
América Latina) y el ejército de desempleados por la crisis económica, con el
Golfo Pérsico, el Cáucaso y los escudos misilísticos de la nueva “guerra fría”
inter capitalista?.
Respuesta: Son fenómenos
emergentes y causales que se retroalimentan entre sí dentro del sistema que los
produce: El capitalismo.
El capitalismo no es
exclusivamente un modelo económico, sino una articulación de modelos dentro de
un sistema interactivo que funciona a partir de un objetivo central: La
búsqueda de rentabilidad comercial y la concentración de riqueza en manos
privadas.
Como sistema totalizado, en
permanente interactividad, el capitalismo se articula en cuatro modelos
centrales: El modelo económico, el modelo político, el modelo social y el
modelo mental (que expresa conceptualmente a todos los modelos juntos).
O sea, el sistema capitalista se
articula a partir de un modelo económico (el sistema de producción en manos
privadas), un modelo político (instituciones administrativas), un modelo
militar (instituciones armadas) un modelo social (instituciones ordenadoras de
la convivencia) y un modelo mental (institución ordenadora del pensamiento
social).
No obstante esta realidad
funcional sistémica, que forma nuestra conciencia del ser y el no ser, que
estructura nuestra mente y ordena nuestros pensamientos sociales, que se
proyecta en nuestra cabeza como una cosmovisión de un mundo que discurre según
un “orden natural”, nadie habla del sistema capitalista.
Los periodistas difunden noticias
y análisis sin el sistema capitalista, los escritores escriben libros sin el
sistema capitalista, los presidentes (que gerencia el Estado capitalista) hacen
discursos sin el sistema capitalista, el humano (formado por el sistema
capitalista) hace el amor, contrae enlace, tiene hijos y se divorcia sin el
sistema capitalista. La lista es interminable.
¿Y para qué el poder hace
desaparecer al sistema capitalista, cuyo programa ordena y nivela a escala
planetaria toda la vida humana en sociedad?
Hay múltiples razones, pero sólo
una de fondo: Si las mayorías identificaran al sistema capitalista, cómo
funciona y se estructura, terminarían de un plumazo con la dominación en sus
cabezas.
Y hay un axioma de máxima: Quien
no identifique al sistema capitalista en su cabeza, va a seguir pensando que el
Apocalipsis es solamente una profecía bíblica y una teoría “conspirativa”. O
sea va creer lo que el sistema quiere
que crea.
El Apocalipsis según el sistema
En sus distintas fases históricas
de evolución y transformación dialécticas, el sistema capitalista (en función
de la búsqueda de mayor rentabilidad) se expandió, traspasó fronteras y países
y se “transnacionalizó” convirtiéndose no solamente en sistema económico
dominante nivelado a escala global, sino también en una lógica universal
vertebradora de “civilización dominante”. Aquí es donde comienza el
Apocalipsis.
El sistema capitalista está
fundado sobre las matemáticas (suma, multiplicación y resta) y un axioma
original para construir la plusvalía: Comprar barato, vender caro, y generar
rentabilidad privada con el trabajo social.
Aunque para ello tenga que
condenar al hambre y a la pobreza a una masa mayoritaria (y creciente) de seres
humanos y destruir el planeta que los contiene.
Y los tres Apocalipsis que signan
los emergentes y la decadencia (todavía controlada) del sistema dominante
también llegan por acumulación matemática.
El Apocalipsis social llega por
acumulación matemática de hambrientos, desocupados y pobres a escala mundial.
El Apocalipsis natural llega por acumulación matemática de destrucción medio
ambiental a escala planetaria. El Apocalipsis nuclear llega por acumulación
matemática de conflictos militares (inter capitalistas) por la supervivencia de
las potencias dentro del sistema.
En este escenario, el Apocalipsis
no debe interpretarse como una profecía o una teoría conspirativa, sino como un
desenlace lógico de un proceso de contradicción, acumulación, y salto
cualitativo determinado por las propias leyes que rige el accionar histórico
del sistema capitalista.
Los científicos y funcionarios
del sistema, sólo están para la acumulación matemática de los discursos (vacios
de concreción) que la prensa del sistema difunde como si fueran parte de una
campeonato mundial deportivo.
Y el planeta (con nosotros sobre
su corteza, y en manos de la demencia nivelada del sistema capitalista) sólo
acumula Apocalipsis matemático implícito en su naturaleza depredadora y
criminal.
Se trata de reconvertir los planos
bíblicos de la Profecía: Donde dice “Dios”, hay que decir “Sistema”, y donde
dice “Diablo”, hay que decir “Capitalismo. Por todos los caminos se llega al
Apocalipsis.
En su dinámica histórica concentradora de riqueza en pocas manos (y como producto de la propiedad privada explotada sin planificación) el capitalismo ha depredado los ríos, la fauna y los bosques, produciendo las condiciones para un “Apocalipsis natural” de la mano del calentamiento global y de la extinción de los recursos naturales esenciales.
En un segundo frente, las guerras inter capitalistas por la conquista de mercados y el negocio con el armamentismo han creado las condiciones para un “Apocalipsis nuclear” de la mano de los arsenales atómicos que las potencias centrales acumulan como “efecto disuasivo” contra sus rivales, y cuya utilización efectiva nadie puede prever en el futuro.
Y hay un tercer frente que se suma: La plaga del hambre, de la exclusión social y del desempleo que ya se extiende como una epidemia por las áreas empobrecidas del planeta generando las condiciones para un “Apocalipsis social”.
No hace falta mucha imaginación (el fenómeno ya se verifica en la realidad) para mensurar el factor apocalíptico masivo que representaría para el sistema el avance de ejércitos de hambrientos buscando comida para supervivir en las grandes urbes, enfrentando con la violencia a la represión militar o policial.
¿Qué puede detener a un hambriento? Se trata del instinto de conservación, el primer sistema de señales que guía la conducta de un ser humano o de un animal en situaciones extremas de lucha por la supervivencia.
¿Acaso se utilizarían tanques, aviones y arsenales nucleares para detener a los miles de millones de pobres atacados de “hambre celular” que se abalanzarían masivamente sobre las ciudades para conseguir alimentos por los medios que fuesen?
¿Con qué discurso los políticos del sistema podrían contener a los atacados de incontinencia alimentaria y reencauzarlos por la senda de la “civilización” y de la “gobernabilidad democrática” capitalista?
¿Cuánta propiedad privada concentraría un “empresario” capitalista antes de que las multitudes de hambrientos saqueen su casa y destruyan todo lo que encuentran a su paso, incluso su vida y la de su familia?
En las zonas de catástrofes seriales, como Haití y Chile, ya se registraron modelos (todavía larvales y controlados) de saqueos y explosiones sociales. Con la profundización del colapso sistémico, la rebelión social (irracional, inorgánica, por pura supervivencia) se irá contagiando como una pandemia mundial para la cual el sistema (individualista) de la propiedad privada no tiene respuestas.
Ni las tendrá. Por la sencilla razón de que el sistema no está configurado para contener a toda la sociedad humana sino solo a una parte de ella: Los que pueden pagar por su supervivencia y bienestar. En este escenario, cualquiera de los fenómenos emergentes de la crisis del sistema capitalista (las catástrofes naturales, la crisis económica y los conflictos intercapitalistas por la supervivencia) impacta inmediatamente en el segmento de los excluidos del sistema: Los tres mil millones de pobres e indigentes que no cuentan con los recursos básicos de supervivencia.
En resumen, el Apocalipsis no es una profecía bíblica o una teoría conspirativa, forma parte de tu propia realidad existencial y planetaria que el sistema esconde para mantenerte en la ignorancia.
Cuando escuches sobre un nuevo terremoto o una tragedia masiva, solo estarás viendo una nueva parte descompuesta del Apocalipsis. Hasta que llegue el desenlace.
Y no será la obra de Dios o del Diablo, sino un emergente (extremo) del sistema.
Fuente: maestroviejo
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