Libro "EL DRAGÓN DE
JAÉN".
Las claves ocultas de la enigmática Capital del Santo Reino.
La milenaria ciudad de Jaén se
presenta como uno de los lugares más misteriosos de Andalucía y España. Capital
de una provincia cuyo sobrenombre es Santo Reino, otra realidad paralela a la
conocida y aceptada se deja entrever en muchas de sus historias, tradiciones y
leyendas.
¿Qué significado tiene la leyenda
del “lagarto de la Magdalena”? ¿Qué sentido tiene que se apareciera la Virgen
María y se paseara por sus calles con un cortejo celestial? ¿Por qué es la
heterodoxa Santa Catalina de Alejandría su patrona? ¿Cuál es la dimensión
esotérica de una joya arquitectónica como es la Catedral? ¿Hay un mensaje
conjunto de conocimiento espiritual encerrado en sus templos? ¿Por qué está tan
arraigado en esta tierra lo de los tesoros ocultos? ¿Es uno de esos tesoros la
Mesa de Salomón? ¿Es por eso que la ciudad tuvo una de las comunidades judías
más numerosas y destacadas de Sefarad?
Nuevos y sorprendentes datos se
revelan en esta obra que hacen ver a Jaén como una ciudad realmente especial y
conectada sutilmente con los grandes enigmas de la Humanidad desde la más
remota antigüedad.
Es bien conocida la leyenda del
lagarto de la Magdalena que se cobijaba en la cueva de la fuente de la
Magdalena atemorizando a la población y que muere reventando porque devora un
cordero relleno de yesca o pólvora debido a la pericia de un preso liberado o
un pastor, o lanceado por un caballero con traje o armadura de espejos. En
realidad esta leyenda es la versión jiennense del dragón vencido por el héroe,
que se suele considerar medieval pero que tiene sus raices como poco en la
época de la antigua Grecia. Se le ha querido dar una explicación más histórica
que esotérica diciendo que es la imposición hace milenios de los cultos
patriarcales, representados por el héroe, sobre los matriarcales, simbolizados
por el dragón. Pero sin dudar que esto fue cierto, hay que tener en cuenta que
la leyendas draconianas, incluida la de Jaén, tienen elementos esotéricos bien
conocidos que de forma resumida significarían lo siguiente: el dragón, es
decir, la gran serpiente, es el elemento femenino, son las fuerzas telúricas,
es decir, terrestres, que proporcionan vida, fertilidad y que guardan un
conocimiento importante; el héroe es solar, masculino, que debe adquirir o
liberar el conocimiento oculto que protege el dragón y para ello debe vencerlo.
Esta leyenda, con estas connotaciones, se difundió mucho en la Edad Media, pero
ya antes los antiguos griegos la escenificaron perfectamente con uno de los
mitos incluidos en los trabajos de su héroe por excelencia, Heracles –
Hércules; en él, Heracles, buscando el conocimiento que da la inmortalidad,
consigue robar las manzanas doradas del árbol sagrado del jardín de las tres
hermanas Hespérides, y para ello, en la versión más extendida, mata al dragón
que protege ese árbol de las manzanas de oro. Y los más importantes mitos griegos
tienen su representación en el cielo; en este caso, Zeus, el dios supremo,
elevó u homenajeó al dragón, que había muerto defendiendo al árbol del
conocimiento, con las estrellas que forman la constelación del Dragón. La
astroarqueología, incorporada por fin a la investigación científica pero
todavía con ciertas reticencias, está haciendo que se admita la enorme
importancia que nuestros antepasados daban al cielo y sus astros dentro de su
concepción de la religión y la espiritualidad, pero no solo en lo teórico o
abstracto sino también en lo concreto, de tal forman que orientaban sus
edificios sagrados, según el significado que se le quisiera dar, a las salidas
del Sol, o de la Luna, o de un planeta o estrella significativa, o un conjunto
de templos imitando en la tierra a una constelación destacada. Si localizamos
en un plano de Jaén los lugares que ocupan los principales templos del casco
antiguo y los observamos en conjunto se comprueba que forman una curiosa figura
en la que muy pocas y pequeñas variaciones son posibles y que resulta ser el
dibujo de la constelación del Dragón. En una ciudad como Jaén en la que tan
presente está desde tiempos inmemoriales la leyenda del lagarto – dragón parece
que se imita extraordinariamente la constelación del Dragón, precisamente la
del mito de la lucha del héroe con el monstruo. Los edificios implicados son la
capilla de Santa Catalina (en el castillo), la iglesia de la Magdalena, el
convento de Santo Domingo (dedicado a Santa Catalina), la iglesia y capilla de
San Andrés, la iglesia de San Bartolomé, el Arco de San Lorenzo, la iglesia de
la Merced y la Catedral, que sería la cabeza del dragón. Y esto, lo de la
correlación estelar, en esoterismo, es aplicación de un precepto hermético, es
un conocimiento básico para comprender la creación: como es arriba en el cielo,
es abajo en la tierra; de tal forma que lo que se simboliza al disponer los
templos de esa manera especial es que la tierra es un espejo del cielo.
Partiendo de esto, toman mayor
sentido ciertos misterios destacados de la ciudad. Que la Virgen de la Capilla
con un cortejo celestial se apareciera en 1430 yendo desde la catedral hasta
la, por entonces, capilla de San Ildefonso, en donde se sentó en majestad con
el Niño, es, si lo vemos en un plano, que la Virgen salió de la cabeza del
dragón y se situó por encima de él, en San Ildefonso, donde la leyenda dice que
el lagarto reventó, justo en la situación que en el cielo tiene la constelación
de Hércules, el que mata al dragón, con lo que se nos está indicando que la
Virgen María vence al dragón, la serpiente, el demonio según el cristianismo. Y
todo esto concuerda perfectamente con el extraño escudo de la Catedral, en el
que un monte rodeado de murallas, representando a la ciudad, tiene encima como
protegiéndola un dragón, y sobre él la Virgen con el Niño sentada en un trono
al igual que la Virgen de la Capilla. Se puede decir que el escudo de la
catedral informa de la extraordinaria configuración sagrada de sus templos y su
esotérico significado.
Hay que tener en cuenta que las
amplias características que se le asignan a la Virgen María son resultado del
sincretismo religioso con la Diosa Madre pagana y grecorromana. Esta Diosa
Madre ha sido representada desde la antigüedad como un ave palmípeda, normalmente
una oca, que lucha con la serpiente, en una dualidad femenina en la que el ave
quiere dar conocimiento y vida, y la serpiente ocultarla y protegerla. Justo lo
que se representa en la conocida “fuente del pato”, en el centro del casco
antiguo de Jaén, y que es de significado similar a lo que el escudo de la
catedral muestra. Pero es que hasta Santa Catalina, patrona de Jaén junto a la
Virgen de la Capilla, no es otra cosa que la cristianización de la poderosa y
sabia diosa triple Hécate, constituida por las diosas griegas Perséfone,
Artemisa y Selene; Santa Catalina es entonces heredera de los atributos de
poder y sabiduría de esta oscura y, a la vez, luminosa diosa que une el mundo
material con el espiritual. Y en cuanto a las tríadas femeninas es curioso que
en Jaén exista la popular cancioncilla medieval de las tres morillas (Aixa,
Fátima y Marién), las tres bellas hermanas que iban a coger olivas y manzanas y
las hallan cogidas, es decir, robadas. Esto es muy parecido a lo que cuenta el
mito griego de las tres hermanas Hespérides (la triple diosa madre – Santa
Catalina) a las que Hércules les roba los frutos dorados del árbol sagrado que
protegía la serpiente – dragón.
Por si fuera poco para dar a Jaén
un alcance mitológico, resulta que hace algo más de una década se hizo el
hallazgo arqueológico de una gran ciudad de la Edad del Cobre, de hace unos
5.000 años, en la zona de Marroquíes Bajos (donde continuan las excavaciones y
los estudios), con un diseño magnífico a base de grandes fosos circulares, algo
único en el mundo y que recuerda mucho a la ciudad capital de la Atlántida que
describiera Platón. Es muy posible que en un principio la mayor parte de la
población viviera en esa zona más bien llana, a dónde llegaban numerosas aguas,
y arriba, al pie del monte de Santa Catalina estarían los principales altares y
templos, junto a los sagrados manantiales de agua de la actual Magdalena y de
Santa María, que pasaba por donde ahora está la Catedral, lugar que pudo acoger
un gran dolmen. Abajo, en el llano, una ciudad antiquísima al estilo atlante,
es decir, de Atlas, el mítico rey que contaba entre sus hijas a las Hespérides,
que vivían en el sagrado jardín de su padre guardando el árbol de las manzanas
de oro junto al temible dragón, mito que precisamente parece ser representado
arriba, en la ciudad junto al monte de Santa Catalina. Por mucho menos que esto
otras ciudades presumen de un pasado esplendoroso, pero este Jaén, de aires
mitológicos, esotéricos y mágicos (como atestigua su relación con la Mesa de
Salomón), permanece callado y casi ignorante de su sorprendente pasado.
Estos datos y otros muchos más se
describen ampliamente en el libro “El Dragón de Jaén” con numerosas fotografías
y planos.
Fuente: ianuacaeli
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